Ese fue el tiempo que me quedé en la selva ecuatoriana, 5 días y 4 noches.
Llegamos a Limoncocha más temprano de lo que creíamos, a las 5 de la mañana, el autobús nos dejó en las puertas de la Laguna de Limoncocha, nuestro destino, pero obviamente a esas horas no había nadie y decidimos dormir en el suelo del porche de unas cabañas que había allí.
Después de un rato nos llegó un hombre que nos dijo que nos acercaba en lancha hasta las cabañas dentro de la selva. Eran una cabañas donde no había luz, agua ni electricidad, auténtica vida en la selva.
Tienes que pescar para poder comer, pescar pirañas en la laguna. Algo que a mí no se me dio bien, solo pesque 1 piraña en 4 días, si fuera por mí me hubiera muerto de hambre a los 2 días.
La piraña aunque puede parecer lo contrario está realmente buena, es muy sabrosa lo único malo es que tiene muchas espinas.
Cuando anochece a eso de la 7 de la tarde poco se puede hacer, lo único y maravilloso que haces es sentarte en una hamaca y escuchar los sonidos de la selva, aves, insectos y otros animales que desconozco hacen que vivas y sientas una experiencia mágica.
Son 5 días en los que te das cuenta de lo que realmente importa, no tienes que preocuparte de que tu móvil no tiene batería, que tu ipod tampoco tiene, que tienes que llegar esta noche a las 20.00 a casa para ver el fútbol, de que tienes que actualizar tu facebook, nada de eso, sólo te preocupas de la lluvia para poder salir a pescar y de conseguir pescar algo para poder comer.
Viví una experiencia inolvidable y mi mejor recuerdo de todo Ecuador.
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