La sensación con la que me fui de Argentina cuando vine hace 12 años es muy diferente con la que me voy hoy.
Aquella vez encontré un país humilde, hospitalario, abierto, no ibas inseguro por la calle y no esperabas que cada vez que fueses a comprar algo te intentáran timar. Es cierto que en aquella época el país tenía una economía muy fuerte y el peso argentino estaba a la par que el dólar, por lo que la viveza de la gente no era tanta como la de ahora.
Un ejemplo, en una excursión que hice con mi madre a Iguazú tuvimos un problema con la tarjeta de crédito y no podíamos abonar el importe de la excursión y el guía se fio de nosotros y nos dejo irnos sin pagarle, algo completamente inpensable en la Argentina de hoy.Cierto que no hay que generalizar que Argentina es una gran país y que su gente es maravillosa, pero hemos tenido la mala suerte de toparnos con ese tipo de gente.
Gente que los mismos argentinos reniegan de ellos pero que saben que existen y que es una realidad, que hace que la fama de "pillo" del argentino se exporte cada vez que un turista viene a este país.Puede ser problema de las dificultades económicas que están pasando que les obligan a buscarse un dinero fácil o conseguir algo que no pueden permitirse.
Un país donde existe tanta desigualdad, donde un conductor de autobuses, con todo el respeto, cobra más que un médico o un profesor se puede esperar cualquier cosa.Hemos visitado Perú, Bolivia, Brasil y ahora Argentina pero el país donde menos buenos recuerdos salimos es éste, incluso quería irme ya de aquí hace unos días.Me da pena porque estoy seguro que hemos tenido mala suerte, la que no habíamos tenido hasta ahora, y nos hemos topado con la gente equivocada.
Que conste que nos vamos del país con muchos amigos y tras haberlo pasado muy bien.
Gracias Gary, María, Ana, mil gracias Fede.